La esclerosis múltiple afecta a alrededor de 2.5 millones de personas en el mundo; es uno de los trastornos neurológicos más comunes y la causa de discapacidad en adultos jóvenes, especialmente en Europa y América del Norte. Hacen falta estudios epidemiológicos en Asia donde la prevalencia informada es baja, aunque con la disponibilidad de más neurólogos y estudios de imágenes por resonancia magnética se está diagnosticando a un mayor número de pacientes. A pesar de que algunas de las personas que padecen el trastorno experimentan poca discapacidad en el transcurso de sus vidas, hasta un 60% de ellas pierde la capacidad para caminar 20 años después de la aparición de la enfermedad, con importantes implicaciones en su calidad de vida y en el costo financiero para la sociedad.
La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad caracterizada por la desmielinización inflamatoria del sistema nervioso central (SNC), considerada generalmente de naturaleza autoimmune. En las personas con EM, no se conoce el factor desencadenante inmune, pero las áreas afectadas son regiones mielinizadas del SNC. En las regiones inflamadas ocurre una ruptura de la barrera hemato-encefálica seguida de la destrucción de la mielina con daño axonal, gliosis y la formación de placas escleróticas. Las placas pueden formarse en cualquier lugar de la sustancia blanca del SNC y también en la sustancia gris; por lo tanto, las formas clínicas pueden ser diversas. La continua formación de lesiones en la esclerosis múltiple a menudo conduce a la discapacidad física y muchas veces a un deterioro cognitivo.
DIAGNÓSTICO Y CLASIFICACIÓN
Como lo sugiere la definición anterior, la EM puede acompañarse de una amplia variedad de síntomas con diversos grados de gravedad que afectan diferentes partes del cuerpo. El diagnóstico de esclerosis múltiple siempre se ha hecho sobre una base clínica, sin embargo, muchas pruebas — especialmente las imágenes por resonancia magnética (RM) y los criterios de diagnóstico más específicos — están ahora disponibles para ayudar al médico. La resonancia magnética, el examen del líquido cefalorraquídeo (LCR) y los potenciales visuales evocados contribuyen a confirmar la sospecha clínica de EM. En Asia, donde la prevalencia informada es baja (1 a 5 casos por cada 100.000 habitantes), el cuadro clínico puede ser similar al que se observa en Europa y América del Norte, con manifestaciones que sugieren daño del cerebro, tallo cerebral, cerebelo, nervio óptico y médula espinal (tipo occidental de EM) o puede presentarse con lesiones recurrentes más restringidas del nervio óptico y la médula espinal (forma opticoespinal o variante asiática). No se conoce la razón de esta variación. Por lo general, el clínico obtiene la historia detallada del paciente y lleva a cabo el examen neurológico para evaluar cómo se ha afectado el sistema nervioso. Para establecer el diagnóstico de EM el neurólogo debe determinar cuán diseminado es el daño del SNC, estimar la antigüedad del proceso y excluir cualquier otra posibilidad diagnóstica. Se usan criterios definidos para concluir si las características del cuadro satisfacen el diagnóstico clínico, permiten una mayor precisión, y reducen la probabilidad de un diagnóstico incorrecto. Actualmente, las directrices más aceptadas para el diagnóstico de EM son los “criterios de McDonald” (1). Estos criterios incorporan los hallazgos de la resonancia magnética, que proporcionan evidencia de la diseminación del trastorno y posibilita que el especialista realice un diagnóstico temprano. También facilitan el diagnóstico de EM después de un primer ataque (que puede ser un síndrome clínicamente aislado) y en la enfermedad de progresión insidiosa (la forma progresiva primaria de EM), ver a continuación. Aunque estos criterios han demostrado ser útiles en una típica población caucásica adulta de origen étnico en Europa Occidental, su validez aun no se ha comprobado en otras regiones, tales como Asia donde algunos estudios todavía utilizan los criterios de Poser. A medida que se acumule mayor experiencia con la resonancia magnética en la esclerosis múltiple, se espera que los criterios de McDonald se puedan aplicar a nivel mundial con modificaciones menores. Siempre es fundamental que se excluyan otras condiciones que pueden imitar a la EM, por ejemplo, los trastornos vasculares, la enfermedad de Sjögren y la sarcoidosis.
CURSO Y DESENLACE
Así como los síntomas de EM son variados así también varía el curso de la enfermedad. Aunque algunas personas con EM experimentan poca discapacidad a lo largo de sus vidas, hasta un 60% dejan de caminar por completo 20 años después de la aparición de la enfermedad. En raros casos, la EM puede tener una progresión tan nociva que se convierte en una enfermedad terminal, pero la mayoría de las personas con este trastorno tienen una expectativa de vida normal o cercana a lo normal. Los patrones típicos de progresión, que se ilustran en la Figura 3.4.1, se explican a continuación.
■ EM remitente/recurrente. Aproximadamente 80% de los pacientes presentan inicialmente esta forma de EM, en la que los ataques son impredecibles y durante los cuales aparecen nuevos síntomas o se agravan los síntomas existentes (recaídas). El período de duración de las recaídas varía (días o meses) y puede haber recuperación parcial o total (remisiones). La enfermedad puede parecer estar clínicamente inactiva durante meses o años, aunque estudios de RM muestran que la actividad inflamatoria asintomática es generalmente más frecuente. Sin embargo, con el tiempo los síntomas se pueden volver más graves con menor posibilidad de recuperación total de las funciones después de cada ataque, debido quizás a gliosis y pérdida axonal en placas afectadas repetidamente. Las personas con EM pueden entonces entrar en una fase progresiva que se caracteriza por su creciente deterioro.
■ EM progresiva secundaria, que está caracterizada por un curso progresivo que no está relacionado con las recaídas. Aproximadamente 50% de los pacientes con EM remitente/ recurrente desarrollarán EM progresiva secundaria antes de 10 años, y 80% habrá desarrollado esta forma de EM antes de 20 años después de la aparición de la enfermedad.
■ EM progresiva primaria, que afecta alrededor de 10 a 15% de todos los pacientes. Está caracterizada por la falta de ataques bien definidos; su aparición es lenta y es seguida por un empeoramiento constante de los síntomas. Hay una acumulación de déficit y discapacidad que puede estabilizarse en algún momento o continuar durante años.
■ EM benigna. El diagnóstico de EM benigna tiene carácter retrospectivo. El trastorno se rotula de esta manera cuando la discapacidad acumulada a causa de las remisiones/recaídas es leve o inexistente después de un período de tiempo prolongado (generalmente se considera que es de 15 a 20 años). Teniendo en cuenta que los estudios de seguimiento muestran que la mayoría de los pacientes con este tipo de EM eventualmente entrarán en la fase secundaria progresiva discapacitante, el término “benigna” es algo engañoso.
El factor pronóstico A pesar de que la EM es una condición impredecible, algunos estudios han sugerido que su aparición acompañada de síntomas sensoriales o neuritis ópticas puede tener mejores perspectivas. También se ha demostrado que la presentación en múltiples sitios, con poca recuperación después del episodio inicial, puede justificar un peor pronóstico. Los estudios en los que ha observado una diferencia según el género, generalmente indican que los hombres experimentan un curso más grave que las mujeres.
EPIDEMIOLOGÍA Y CARGA
La incidencia y prevalencia de EM se han estudiado ampliamente (3). Algunas características de la enfermedad son generalmente aceptadas y se discuten más adelante en esta sección.
■ La frecuencia de EM en el mundo varía de acuerdo con la región geográfica y aparentemente aumenta con la latitud en ambos hemisferios.
■ La enfermedad es más común en mujeres que en hombres.
■ La edad de mayor frecuencia de aparición de la enfermedad es alrededor de los 30 años.
■ La enfermedad es más frecuente en individuos de raza blanca que en los de otra raza.
Etiología y factores de riesgo La distribución de la EM según geografía, sexo, edad, raza u origen étnico ha sido bien explorada en búsqueda de claves para determinar su etiología. Las primeras investigaciones se concentraron en el posible papel de un factor ambiental que varía con la latitud. Hasta la fecha, dicho factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad no ha sido claramente identificado, aunque hay investigadores que continúan creyendo en su existencia. Existe considerable evidencia, basada en la agregación familiar observada, que hay una predisposición genética a la enfermedad. Por otra parte, hay quienes debaten si el principal responsable de su distribución geográfica es la genética o la exposición a un factor desencadenante ambiental. Es relativamente poco lo que se sabe acerca de los factores predictores del curso de esta enfermedad.
La distribución mundial de EM solo puede ser interpretada como un reflejo indirecto de su causa, pudiendo sostenerse la hipótesis de que hay cierto factor ambiental que varía con la latitud y que se puede interpretar por lo menos en tres formas diferentes cuando se investigan claves para una etiología específica. En primer lugar, puede conjeturarse que hay un factor de riesgo ambiental que puede ser más común en los climas templados que en los tropicales. En segundo lugar, podría pensarse que dicho factor de riesgo sea más frecuente en los climas tropicales, donde se adquiere a una edad más temprana y por consiguiente tiene menos impacto. En tercer lugar, este factor puede ser igualmente común en todas las regiones, pero la probabilidad de su adquisición o de la manifestación de los síntomas puede ser mayor en los climas templados, debido a la acción de un factor reforzante o estar reducida en las zonas tropicales a causa de un factor de protección. Entre los factores que se han investigado con más atención se encuentran los siguientes:
■ Infecciones, entre ellas cierto número de infecciones virales, tales como el sarampión y el virus Epstein–Barr;
■ Condiciones climáticas y solares;
■ Condiciones de vida;
■ Dieta y oligoelementos (elementos traza)
En la actualidad está generalmente aceptado que la etiología de EM involucra cierta interacción de factores genéticos y ambientales. La evidencia de la resistencia racial o étnica, el mayor riesgo de que se desarrolle la enfermedad entre miembros de la familia de personas con EM y la elevada tasa de concordancia en gemelos monocigóticos, favorecen la existencia de una contribución genética a la adquisición de la enfermedad. Sin embargo, los estudios de los que se deriva esta evidencia también indican que los factores hereditarios no pueden explicar enteramente la etiología de la EM. Esta afirmación está respaldada por el hecho de que ningún estudio de gemelos monocigóticos que se haya realizado a nivel de población, ha encontrado una tasa de concordancia superior al 30%. Cabe subrayar que el papel de algunos factores ambientales, tales como virus o toxinas, pueden seguir siendo considerados de importancia. Distribución global y regional Desde principios del siglo XX se conoce el hecho de que existe una distribución geográfica desigual de la EM. Se ha demostrado que la prevalencia de EM varía de acuerdo con la latitud y que las tasas aumentan ampliamente a medida que agranda la distancia desde el ecuador, tanto en el hemisferio norte como en el sur. Aunque en esto hay algo de verdad, pasa por alto la compleja interacción de la geografía, los genes y el ambiente que han revelado los estudios epidemiológicos a mayor escala. Como bien lo indicó un reciente meta-análisis de la epidemiología de EM “La información actualizada que se tiene sobre la distribución de EM [en Europa], que muestra muchas excepciones al gradiente norte-sur [de la distribución de la EM] previamente descrito, requiere más explicación que una simple relación entre prevalencia y latitud. Los datos de prevalencia implican que las diferencias raciales y étnicas son importantes por la influencia que ejercen sobre la distribución mundial de EM y que la distribución geográfica tiene que interpretarse en términos de la posible distribución discontinua de alelos de susceptibilidad genética que pueden, sin embargo, ser modificados por el ambiente. Debido a que los determinantes ambientales y genéticos de los gradientes geográficos no son de ninguna forma mutuamente exclusivos, la controversia del factor raza versus el factor lugar es hasta cierta medida, un debate inútil y estéril” (4). Existe un número considerable de publicaciones científicas sobre la relación entre la migración y la prevalencia e incidencia de EM. Los estudios entre países y dentro de un mismo país muestran invariablemente que las personas que se trasladan de las áreas de alto riesgo a las de bajo riesgo tienen una tasa de prevalencia más alta que las de los habitantes de su nueva patria, pero a menudo dicha tasa es algo más baja que la que existe en su país de origen. (Nótese que si esta observación estuviera solamente basada en los datos de prevalencia, pudiera simplemente reflejar el hecho de que es menos probable que las personas enfermas y discapacitadas emigren a otras regiones, y no que exista una exposición menos frecuente a un factor de riesgo o una exposición más frecuente a un factor de protección en su nuevo lugar de residencia. Sin embargo, los datos para los Estados Unidos están basados principalmente en la incidencia y documentan la misma declinación en riesgo que la encontrada en los estudios de prevalencia). Existen pocos estudios de inmigrantes que se trasladan de áreas de bajo riesgo a áreas de alto riesgo, pero la mayoría de los hallazgos indican que los que migran conservan el mismo riesgo que el existente en sus países de origen. Esto pudiera deberse a que llevan con ellos algún factor de protección, pero estos estudios con frecuencia abarcan a inmigrantes que no son de raza blanca de quienes se sabe que rara vez presentan la enfermedad y que podrían ser genéticamente resistentes. Todas las áreas del mundo cuyo nivel de riesgo para EM es de mediano a alto tienen poblaciones predominantemente blancas. En los países en que coinciden poblaciones de raza blanca y de otras razas, las tasas de EM son menores entre las otras razas. Por ejemplo, la enfermedad casi no existe entre los aborígenes australianos, los maoríes de Nueva Zelanda y las personas de raza negra en África del Sur. En los Estados Unidos, las tasas de incidencia y prevalencia son dos veces más altas entre las personas de raza blanca que entre los afro-americanos, independientemente de la latitud. Además, la EM también es menos frecuente entre los indígenas de América del Norte, latinoamericanos y personas de la región del Pacífico Occidental que entre las personas de raza blanca. Esclerosis múltiple en la infancia Aunque la EM es predominantemente una enfermedad de adultos jóvenes y adultos de mediana edad, también es cada vez más evidente que la enfermedad puede ocurrir en niños. El interés y el conocimiento de la EM pediátrica han ido en aumento y en consecuencia, la cantidad de niños diagnosticados también se ha elevado considerablemente durante los últimos 10 años. Por lo menos de 2,5 a 5% de todos los pacientes con EM experimentan su primer episodio clínico antes de cumplir 16 años de edad, aunque esto puede ser una subestimación. En la EM pediátrica, la diferencia de género generalmente no es tan marcada como lo es en los adultos. En los niños, la razón femenina/masculina se acerca más a 1:1 que a 2:1 que es lo que normalmente se cita en adultos. Esto sugiere que, aunque la condición genética de ser mujer puede influir en el riesgo de sufrir EM, éste parece ser mucho mayor después de la pubertad. Una mayor evidencia del papel que juegan los factores ambientales procede de los estudios realizados con los hijos de inmigrantes. Por ejemplo, las tasas de prevalencia entre los hijos de inmigrantes de India, Pakistán y partes de África y las Indias Occidentales, nacidos en Inglaterra, eran mucho más altas que aquellas registradas para sus padres y aproximadamente iguales a la tasa esperada para Inglaterra.
IMPACTO
La esclerosis múltiple tiene un profundo impacto en las funciones sociaales de los pacientes y en el bienestar de sus familias. Diversos grados de menoscabo funcional acompañan generalmente a la EM. Debido a que la aparición es generalmente alrededor de los 30 años de edad, la pérdida de productividad en las personas puede ser significativa. Dicha declinación funcional a menudo interfiere con las oportunidades que tienen las personas con EM para desempeñar sus papeles tradicionales. Por ejemplo, la discapacidad física — complicada por la fatiga, la depresión y posiblemente el deterioro cognitivo — contribuye al desempleo, cuya tasa puede alcanzar hasta 70% entre las personas con EM. Estas, frecuentemente reciben beneficios por discapacidad y bienestar social en reemplazo de los ingresos perdidos. Los pacientes utilizan los recursos de atención médica con mayor frecuencia que la población general (5). Junto con los miembros de su familia, también soportan una carga financiera relacionada con los ajustes que hay que hacer en el hogar, los arreglos para el transporte, y la necesidad de servicios personales adicionales. En un reciente estudio llevado a cabo en el Reino Unido se ilustró bien el impacto socioeconómico de EM en el individuo (6). En este estudio, realizado a nivel de población en el condado de Hampshire, Inglaterra, participaron todos los pacientes que eran casos confirmados de EM y sus familiares. La investigación reveló que cerca del 53% de los pacientes que estaban empleados al momento del diagnóstico, dejaron sus empleos, y en el 37% de los pacientes y sus familias, el estándar de vida declinó como resultado directo de la enfermedad. La capacidad para continuar trabajando en un empleo remunerado o para mantener contactos sociales y actividades recreativas se correlaciona con el curso y la gravedad de la enfermedad y con la función cognitiva. La mayoría de las personas que proveían cuidados a pacientes con EM informó que éstos presentaban síntomas relacionados claramente con patologías orgánicas, ansiedad y síntomas de depresión. La ocurrencia de estos síntomas estaba asociada con la gravedad del trastorno. Las carreras profesionales de 57% de los familiares también se afectaron negativamente a causa de la enfermedad del paciente. El costo económico para la sociedad también es grande (7). Un reciente análisis económico realizado para la Sociedad Australiana de EM (“Actuando Positivamente”) demostró el impacto de la enfermedad en Australia, el cual se considera típico (hasta ahora no se ha publicado ningún estudio de impacto económico global). El estudio australiano encontró que es muy probable que vaya a aumentar la carga de la enfermedad. Se anticipa que la prevalencia del trastorno crecerá en 6,7% durante los próximos cinco años, lo cual significa un aumento más rápido que el crecimiento de la población atribuible al envejecimiento demográfico. El total de los costos financieros de EM en 2005 se estima en más de 450 millones de dólares norteamericanos, lo que equivale a 0,07% del producto bruto interno, a 29.070 dólares por cada persona con EM, o a 23 dólares por cada australiano por año. La capacidad de productividad perdida y el valor de reemplazo de la atención comunitaria informal son los dos componentes más grandes del costo (8). El estudio de Australia destacó los siguientes factores económicos claves:
■ La atención informal en la comunidad de las personas con EM equivale al 43% de los costos totales, con un promedio de 12,3 horas por semana de atención informal requerida para cada persona con EM.
■ Se estimó que el valor de los dispositivos y modificaciones necesarios para la atención de las personas con discapacidad física representan un 4,6% adicional del total de los costos financieros.
■ Las pérdidas en la producción derivadas de la reducción en las horas de trabajo, ausencias temporales, jubilación temprana y muerte prematura son responsables de alrededor del 26% del total de los costos financieros atribuibles a la enfermedad.
■ Se estima que los fármacos para las personas con EM, principalmente interferonas beta, representan el 14% de los costos totales.
■ El alojamiento en casas de reposo corresponde a cerca del 4,3% del total de los costos financieros. De las 730 personas con EM que se calcula que están en centros de reposo (alto nivel de atención), 37% son menores de 65 años de edad.
■ Otros costos de atención de la salud — incluyendo los costos de hospitalización, atención primaria y especializada y gastos de salud asociados — son responsables del 4,4%. Las investigaciones representan el 1,9% del gasto en salud, por debajo del promedio de 2,4%. Las pérdidas sociales que surgen de los ingresos tributarios que se dejan de percibir y las transferencias de pago de asistencia social se estiman en 10,5 millones de dólares o 2,3% de los costos totales en 2005.
La carga de la enfermedad atribuible al sufrimiento y muerte prematura experimentados por las personas con EM, se estima que tiene un costo adicional de 8.968 AVAD (años de vida saludable perdidos), de los cuales dos tercios se atribuyen a discapacidad y un tercio a muerte prematura. ■ En último lugar pero no menos importante, la esclerosis múltiple en Australia causa más discapacidad y pérdidas de vida que todos los casos sumados de dolor crónico de espalda, discos herniados, accidentes con maquinaria, enfermedad cardiaca reumática y retraso mental.
PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO
La incertidumbre sobre la causa o desarrollo de EM significa que la prevención no es actualmente una opción realista. Más aun, no hay tratamientos curativos disponibles para EM (9). Sin embargo, durante los últimos 20 años se ha generado una serie de medicamentos modificadores de la enfermedad que reducen la cantidad de ataques en la modalidad del trastorno caracterizada por recaídas/remisiones. Menos definida está la medida en que los medicamentos limitan la eventual carga de la enfermedad y la discapacidad. Los medicamentos modificadores de la enfermedad que más se utilizan son las interferonas beta (1a y 1b) y el acetato de glatiramer, los cuales reducen la frecuencia y tal vez la gravedad de las recaídas. Aunque estos medicamentos ya están disponibles en las regiones en desarrollo, su alto costo significa que muchos pacientes no pueden tener acceso a ellos. La Sociedad Nacional de EM de los Estados Unidos también ha elaborado directrices y recomendaciones, principalmente para el tratamiento médico (tal como las relativas al cambio de terapias y a la intervención temprana). Hasta la fecha, no existe ningún tratamiento médico para las formas progresivas de la enfermedad, y se esperan con ansia los resultados de los estudios que se centran en la protección y reparación neurológica Los corticosteroides son los medicamentos de elección para tratar las exacerbaciones y su administración puede hacerse en el entorno hospitalario o en el comunitario, preferiblemente en este último (10). Además de las estrategias dirigidas a contrarrestar el impacto de la enfermedad, los medicamentos para mejorar los síntomas comunes de EM — tales como disfunción urinaria, espasticidad y dolor neuropático — están relativamente bien establecidos y ampliamente utilizados. Se han elaborado en Europa directrices para el uso adecuado de los medicamentos modificadores de la enfermedad ya establecida y para el tratamiento de los síntomas (11, 12). Aun cuando las opciones de tratamiento con medicamentos son relativamente limitadas, hay métodos perfeccionados de rehabilitación que pueden mejorar la calidad de vida de las personas con EM. Para los pacientes con discapacidad relativamente moderada, se ha encontrado que el ejercicio (tanto aeróbico como no aeróbico) es beneficioso, al igual que la fisioterapia. Son pocos los estudios que se han emprendido para evaluar las necesidades de rehabilitación de las personas con discapacidad más grave. Neurorehabilitación La filosofía de la neurorehabilitación, que hace énfasis en la educación y el automanejo del paciente, es muy adecuada para satisfacer las necesidades variables y complejas de la EM (13). La neurorehabilitación tiene como meta mejorar la independencia y la calidad de vida de los pacientes, mediante el refuerzo de sus habilidades y el estímulo de su participación. La OMS la ha definido como “un proceso activo mediante el cual las personas discapacitadas a causa de lesión o enfermedad logran una recuperación completa o si ésta no es posible, pueden llegar a aprovechar su óptimo potencial físico, mental y social y a integrarse en el ambiente más apropiado”. Dos organismos no gubernamentales, Rehabilitación en Esclerosis Múltiple y Plataforma Europea de Esclerosis Múltiple (PEEM) elaboraron una guía útil sobre este tema con recomendaciones acerca de los servicios de rehabilitación de esta enfermedad (14), documento que es utilizado como directriz para el Código Europeo de Buenas Prácticas en EM. Los componentes esenciales de un programa de neurorehabilitación exitoso comprenden: evaluación multidisciplinaria por expertos, programas orientados hacia objetivos definidos, evaluación del impacto en el paciente y logro de metas, constatado mediante mediciones científicas de los resultados que incorporen la perspectiva del paciente (14). Aunque estos principios son aparentemente válidos, la evidencia que respalda la evaluación multidisciplinaria y los programas orientados hacia objetivos definidos no es suficientemente fuerte. Lo que resulta fundamental para la presentación de evidencia convincente sobre los beneficios de las intervenciones de rehabilitación, es el uso de mediciones de resultados científicamente válidos. En el campo de la EM, las limitaciones de la Escala Expandida del Estado de Discapacidad han sido bien difundidas y se puede argumentar que la escala es aun menos pertinente a la neurorehabilitación ya que no incorpora los puntos de vista del paciente. Los temas relacionados con el manejo de los síntomas que afectan a las personas con EM son idénticos a los relacionados con la neurorehabilitación en general: el requerimiento de ensayos clínicos válidos basados en mediciones de resultados científicamente sólidos, la necesidad de contar con expertos provenientes de múltiples disciplinas y la garantía de la participación de los pacientes. La frecuencia con que diversos factores afectan a las personas con EM se ha documentado con la presencia de una variedad de síntomas entre los que se encuentran fatiga, espasticidad, dolor y deterioro cognitivo. En un reciente estudio se describe la necesidad de un enfoque multidisciplinario y multimodal para el manejo de los síntomas (15) que se ejemplifica con el caso de la espasticidad (16). Provisión de servicios La evaluación de la provisión de servicios puede ser considerada como el tema más descollante en el manejo de la EM. Esto se debe a que en la medida en que la atencióna incorpora los servicios hospitalarios para agudos y la neurorehabilitación en las actividades comunitarias tiene también que integrar los servicios médicos y sociales de manera que satisfagan las necesidades complejas y siempre cambiantes de las personas con EM. Teóricamente, la mayoría de los servicios deben brindarse en la comunidad con el apoyo de los centros hospitalarios para pacientes agudos o de los de rehabilitación. Esta cooperación es crucial cuando surge una necesidad especial, por ejemplo, en relación con el diagnóstico, en ocasión de una recaída grave o en casos de gran complejidad (cuando interactúan muchos síntomas y se requiere la rehabilitación intensiva del paciente hospitalizado). El mejor método para brindar la atención aun no se ha definido bien, habiéndose realizado muy pocas comparaciones de los servicios existentes. Un estudio recientemente publicado (17) comparó, mediante una prueba aleatoria controlada, dos formas de entrega de servicio. Un grupo de pacientes recibió lo que se describió como “atención hospitalaria en casa”, asegurándose así su permanencia en la comunidad, pero con acceso inmediato al equipo multidisciplinario del hospital cuando así lo requerían. El otro grupo recibió atención de rutina. Después de 12 meses, no se observó ninguna diferencia en el nivel de discapacidad entre los dos grupos, pero los pacientes que recibieron “atención hospitalaria en casa”, que fueron tratados en forma más intensiva, sufrieron significativamente menos depresión y mejoraron su calidad de vida. A nivel mundial, continúa habiendo importantes problemas para ofrecer un modelo de atención que proporcione servicios verdaderamente coordinados. Existen serias deigualdades en el suministro de servicios, tanto entre países como dentro de un mismo país. Asimismo el sistema tiene una dependencia desproporcionada e inaceptable en la utilización de familiares y amigos en el suministro de la atención esencial. El establecimiento de guías, como las que ha preparado el Instituto Nacional para la Excelencia Clínica del Reino Unido (18), es un paso adelante; sin embargo, pudiera ser más efectiva una iniciativa global como la de la Federación Internacional de Esclerosis Múltiple (FIEM) para promover la calidad de vida de las personas con EM (19). El desafío clave será garantizar la implantación de estas directrices. El suministro de atención a las personas con EM varía significativamente alrededor del mundo. Esto refleja en parte las diferencias en la incidencia y por tanto, la importancia relativa asignada a la enfermedad dentro del sistema de salud de un país. No obstante, teniendo en cuenta la importancia del costoso equipo de diagnóstico (escanógrafos) y el costo de los actuales tratamientos, la variación también refleja diferentes niveles nacionales de ingreso. En los países desarrollados, el costo del tratamiento está a cargo del gobierno o de las compañías de seguros, pero en algunas regiones, los pacientes tienen que pagar por los medicamentos, lo que les dificulta aprovechar los nuevos tratamientos emergentes. El suministro de la atención a las personas con enfermedades prolongadas se está volviendo cada vez más una atención “centrada en el paciente”, brindada por equipos multidisciplinarios, lo que ha dado lugar al surgimiento de una nueva cultura de tratamiento. Dentro de este modelo, la meta es ofrecer a los pacientes un servicio ininterrumpido, caracterizado por reunir en un equipo terapéutico a diferentes profesionales de la salud, entre ellos médicos, enfermeras, psicoterapeutas, terapeutas ocupacionales, terapeutas de voz y lenguaje, psicólogos clínicos y asistentes sociales. Otros profesionales con pericias en el tratamiento de personas neurológicamente discapacitadas incluyen los especialistas en dietética, asesoría y manejo de la incontinencia urinaria, manejo del dolor, podología, podiatría y oftalmología.
Calidad de vida
La EM usualmente tiene un importante efecto adverso en la calidad de vida de una persona. El mejoramiento de la calidad de vida debe ser la meta que se fijen los encargados de la formulación de políticas, así como también quienes abogan por las personas con EM. Una reciente directriz clave en esta área ha sido la publicación por la Federación Internacional de Esclerosis Múltiple (FIEM) de los principios de la calidad de vida (19), mencionada antes. La elaboración de estos principios estuvo basada en una serie de entrevistas, el examen de las publicaciones pertinentes, la experiencia de los autores en las áreas clínica, programática y de la investigación y la revisión de ese material por parte de un grupo de trabajo y un grupo de vigilancia técnica, organizada por la FIEM. Los principios están estructurados de manera que puedan ser utilizados por organismos internacionales, sociedades nacionales de EM, personas con EM y sus familias, gobiernos, proveedores de atención social y de salud, empleadores, investigadores, empresas y otros grupos; su finalidad es evaluar los servicios y programas actuales y propuestos y abogar por el mejoramiento de la calidad de vida. Las áreas cubiertas incluyen:
■ independencia y fortalecimiento;
■ atención médica;
■ atención continuada (social o a largo plazo);
■ promoción de la salud y prevención de la enfermedad;
■ apoyo a los miembros de la familia;
■ transporte;
■ empleo y actividades de voluntarios;
■ beneficios por discapacidad y asistencia económica;
■ educación;
■ vivienda y accesibilidad a los edificios en la comunidad. Vacío en el tratamiento No hay duda de que entre los diversos países (y posiblemente dentro de los propios países) existe un importante vacío en los métodos utilizados en el tratamiento de la EM. Hasta que no se encuentre una cura para esta dolencia, las personas que la padecen tendrán que atenerse a que se les reduzca la inflamación y se les proporcione alivio sintomático durante las fases agudas mediante el uso de corticosteroides. También se se les puede administrar agentes modificadores de la enfermedad, como el interferón beta y el acetato de glatiramer, para disminuir las recaídas y la carga de la enfermedad. Idealmente, este programa de tratamiento requiere que se haga un diagnóstico temprano y que se disponga de equipo y recursos humanos adecuados. La situación es especialmente problemática en los países en desarrollo, ya que con frecuencia equipos como los de resonancia magnética no están disponibles o son demasiado costosos. Los agentes modificadores de la enfermedad también son costosos y están fuera del alcance de muchos pacientes. Además, los centros de rehabilitación para las personas con EM no están siempre disponibles. Una ilustración adicional del vacío en el tratamiento de la EM entre países ricos y menos desarrollados es provista por los datos que actualmente están siendo recopilados por la OMS, la FIEM y la PEEM. Esta información, que oportunamente será integrada en una base de datos comparativa e interactiva a escala internacional (FIEM/Atlas OMS de EM y Mapa Europeo de EM), se ha obtenido a través de encuestas hechas a neurólogos y organizaciones de pacientes en 98 países con diferencias geográficas y económicas. Por ejemplo, en respuesta a la pregunta de tratamiento clave “¿Qué porcentaje de personas con EM que satisfacen los criterios de prescripción clínica para los medicamentos modificadores de la enfermedad recibe tratamiento [en su país]?” La respuesta promedio brindada por 15 miembros encuestados de la Unión Europea fue de 64%. Esto se compara, por ejemplo, con 45% para Brasil, 50% para la Federación Rusa, 10 a 15% para Turquía y menos de 5% para India.
INVESTIGACIÓN
Al igual que sucede con muchas enfermedades neurológicas, la EM es extremadamente difícil de estudiar. Aun después de varias décadas de intensa actividad de investigación, sigue siendo una condición misteriosa sin ningún agente patógeno conocido o factores determinantes plenamente aceptados acerca de su gravedad o curso. No obstante, hay mucho optimismo en los grupos que estudian la enfermedad. Los avances en técnicas no invasivas de investigación, especialmente resonanancia magnética (RM) han llevado a considerables mejoras en la capacidad para obtener imágenes y seguir el curso de la enfermedad. Las áreas esenciales de las investigaciones actuales en este campo comprenden la inmunología, genética, virología/bacteriología y la biología de las células que forman, mantienen y reparan la mielina en el sistema nervioso central (incluyendo el desarrollo de las células madre neurales). El resultado clave de las investigaiones hechas hasta la fecha ha sido un mejor conocimirnto de la patología y la evolución de la enfermedad y, como consecuencia, nuevos métodos de tratamiento, entre ellos los relacionados con la reparación y protección neurológica. Además de los avances en el área terapéutica, se están produciendo mejoras sustanciales en el manejo de la enfermedad. Estos progresos han sido estimulados en gran parte por los investigadores que han adoptado un enfoque más centrado en el paciente. Mientras que anteriormente la investigación sobre EM solía ser realizada por médicos interesados en mejorar las condiciones presentes de las personas con EM, los protocolos actuales para la investigación tienden a guiarse más por las perspectivas de los pacientes. Esto ha inducido que se realicen investigaciones de los factores que determinan la calidad de vida de los pacientes, tales como las políticas de atención de la salud, condiciones de empleo y asistencia social y sobre el impacto de la enfermedad en la familia, explorado más en profundidad. Afortunadamente, existen grupos activos de apoyo a la esclerosis múltiple en diferentes regiones del mundo que están involucrados en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas con ese trastorno.
EDUCACIÓN DEL PÚBLICO
Existe una escasez específica de concienciación pública y profesional con respecto a la trascendencia que tiene la EM en la esfera de la epidemiología y en el estudio del impacto de la enfermedad sobre los individuos, los proveedores de cuidado personal y la sociedad, incluyendo las consecuencias de la pérdida de independencia del individuo y el costo de la atención prolongada. En especial, la naturaleza progresiva crónica de la condición tiene que divulgarse más efectivamente a toda la población. La Federación Internacional de Esclerosis Múltiple, ha demostrado por medio de sus filiales, ser muy efectiva y capaz de acciones concertadas en el campo de la educación del paciente y el público en general.
REFERENCIAS
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LECTURAS RECOMENDADAS
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■ Warren S, Warren KG. Multiple sclerosis. Geneva, World Health Organization, 2001.
■ Multiple sclerosis: management of multiple sclerosis in primary and secondary care. London, National Institute for Health and Clinical Excellence, 2003.
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